Esa noche habíamos salido a cazar vampiros,
a destrozar a los malos,
o al menos a darles pelea.
Pero cuando los encontramos,
decidimos que mejor era ponerles glitter en la cara
y bailar con ellos.
Esa noche fuimos a caminar
tanteando la oscuridad densa de un barrio nuevo
para descubrirlo juntos.
Caminamos durante horas, agarrados de la mano
y sin darnos cuenta
llegamos hasta el sur.
Fuimos a romper la idea de que estamos solos
y a abrazar la de que estamos rotos,
juntando nuestros pedazos
y levantando con ellos
un faro más alto que nuestros miedos.
Fue así como esa noche pudimos ver el camino.
Esa noche fuimos a contarnos historias
de cuando no habíamos nacido y retrocedió el tiempo:
primero hasta cuando teníamos cinco
y después hasta cuando teníamos cero,
hasta hacernos hermanos para siempre
y las historias se volvieron las del futuro juntos.
Esa noche salimos a perdernos
y de repente estábamos,
por fin, en el lugar correcto.
Sentimos haber encontrado las respuestas,
pero quizás eran las preguntas
que habían desaparecido.
Habíamos ido a jugar a ser quienes queríamos ser
y esa noche
lo fuimos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario