domingo, 30 de marzo de 2025

Cómo te explico lo que pasó esa noche?

Esa noche habíamos salido a cazar vampiros, 

a destrozar a los malos, 

o al menos a darles pelea. 

Pero cuando los encontramos, 

decidimos que mejor era ponerles glitter en la cara 

y bailar con ellos. 


Esa noche fuimos a caminar 

tanteando la oscuridad densa de un barrio nuevo 

para descubrirlo juntos. 

Caminamos durante horas, agarrados de la mano 

y sin darnos cuenta 

llegamos hasta el sur.


Fuimos a romper la idea de que estamos solos 

y a abrazar la de que estamos rotos, 

juntando nuestros pedazos 

y levantando con ellos 

un faro más alto que nuestros miedos. 

Fue así como esa noche pudimos ver el camino.


Esa noche fuimos a contarnos historias 

de cuando no habíamos nacido y retrocedió el tiempo: 

primero hasta cuando teníamos cinco 

y después hasta cuando teníamos cero, 

hasta hacernos hermanos para siempre 

y las historias se volvieron las del futuro juntos.


Esa noche salimos a perdernos 

y de repente estábamos, 

por fin, en el lugar correcto. 

Sentimos haber encontrado las respuestas, 

pero quizás eran las preguntas 

que habían desaparecido. 


Habíamos ido a jugar a ser quienes queríamos ser 

y esa noche

 

lo fuimos.











martes, 25 de marzo de 2025

Vas o volvés?

Me preguntó una vez
un desconocido 
en el medio del camino 
y no le pude 
no me pude responder. 

Cómo saber
de dónde es que me ido
estimado navegante
si hacia un lado veo brillante 
y hacia el otro están 
mis días más coloridos?

Mejor preguntame algo que se
preguntame lo que se y yo te digo.

Que me da miedo el tiempo
que el dolor no es el mismo
que regresar no existe
y perderse en tan fácil.
Que vivo en un castillo
hecho sobre las ruinas
de lo que fue y de
lo que pudo haber sido.

Y que a donde voy


la llevo conmigo.





Condena

Día costero, de sol que raja la tierra, allá por Enero del '92 . Quien escribe, en el auto con mamá y papá. Paramos en la puerta de un rancho bastante humilde y lleno de plantas; el objetivo era la miel casera que vendía la dueña.

Tengo difusa la secuencia de hechos; no se si papá se bajó o no se había llegado a bajar, si yo iba adelante con  mamá o atrás y miraba por entre los dos asientos, si fue cuando papá volvía con la miel en la mano o cuando estaba por tocar la campana (no, ni hablemos de timbre) . No sé en que parte del pueblo quedaba, ni qué tenía puesto, ni si era a la mañana o a la tarde o al mediodía, si volvíamos de la playa o estábamos yendo o hacía tanto calor que no era día de playa. Sólo me acuerdo que era un día de Enero del '92 , de sol que raja la tierra y lo que sigue.

Lo que sigue es que de repente miré por la ventana y lo vi ; un chico entrando en la adultez, completamente desnudo corriendo por la calle como alma que lleva el diablo. Era el hijo retardado de la dueña de la quinta. La señora salió atrás de él, gritando para que vuelva. Drama, me acuerdo de eso, gritos de drama. Al pibe lo vi de espalda, era atlético, blanco teta, castaño y de pelo corto;  me acuerdo de su culo al aire moviéndose como el de un atleta griego de la Billiken. En no más de un minuto mi mamá me puso una mano en la cara, en los ojos. "Que pasa, mami?" "Es el hijo de la señora, es enfermito, se escapó de la casa". Le pregunté por qué me tapaba los ojos y me dijo "y bueno, porque es feo lo que pasó". 

Después de esa frase pensé  (con palabras de nena de 5)  "Es feo. Me voy a olvidar de esta imagen" . Y así estuve ese día, esos días, ese mes, ese verano. 

Me voy a olvidar de esta imagen.

Me voy a olvidar de esto.

Me voy a olvidar.

Me tengo que olvidar.

 

Pero solamente sucedió la condena paradójica al recuerdo por haber buscado el olvido.

Porque verán cuando lo cuento treinta y dos años más tarde, 

que habiendo estado pendiente de olvidarme, 

 

nunca lo logré.







miércoles, 5 de marzo de 2025

Ella nunca fue de nadie

y nosotras solo fuimos su hogar por un rato.

Nos encontramos por primera vez un 25 de diciembre. Caída del trineo de algún Papá Noel marginal, no tenía nombre ni fecha de cumpleaños. El nombre lo elegimos ella y yo, ese día que las dos supimos que nuestro hogar era el mismo y nos volvimos a encontrar definitivamente. El cumpleaños se lo inventamos pero nunca lo usó; la perra "Peter Pan" no estaba destinada a envejecer y todos sus días eran una fiesta.
Con ella nunca tuve el control ni la razón. Corrió todos los límites con una dulzura salvaje y el desparpajo de quien caga plácidamente en todo lugar al que llega.
Todo lo decidió ella: llegar, quedarse y hasta cuándo, cómo y con quién irse.
Ser su copiloto durante 8 años y 25 días me llevó hasta paisajes inhóspitos dentro de mi propio ser. Ser de su manada me enseñó el amor como lenguaje, para todo y para siempre.
A veces me pregunto si éramos conscientes en ese momento de lo felices que éramos, porque las cosas enormes desde cerca no se ven. Pero nos pienso, voy a nuestras fotos, y me vuelve al cuerpo esa felicidad que ya conozco y que ahora recuerdo.
Ella era Juana, por loca y por guerrera. Era La Bani, por saltarina pero del pueblo. Ella nunca fue de nadie, pero para siempre será mi beba. 


Y era negra, porque tenía todos los colores adentro.