Una mochila en la espalda llena de cosas ajenas.
Las recetas para borrarme las pecas.
La constante distensión abdominal por palabras fermentadas.
Hablar en canciones.
Ocultarse en chistes.
Negociar sueños.
Existir solamente en multiversos deshabitados.
La felicidad del otro lado del vidrio.
La sospecha de ser desagradable.
Y la certeza de ser imposible.
La sospecha de ser desagradable.
Y la certeza de ser imposible.
Eso fue la adolescencia para mí:
Un montón de colores sangrando adentro de una jaula.
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