Vino.
Entró sin golpear.
Se metió en mi cuarto.
Me dio vuelta el ropero.
Se desvistió.
Se probó todos los vestidos.
Pisoteó el parqué.
Revolvió la heladera.
Manchó el sillón con vino.
Me llenó los maceteros de puchos.
Se rió a los gritos.
Se tomó todo el café.
Lloró a los gritos.
Pidió helado.
Lo dejó tirado.
Lloró contenta.
Se enojó.
Floreció.
Me abrazó.
Se aprendió mi espejo de memoria.
Se dio varias duchas seguidas.
Se pintó la cara.
Puso una música insoportable.
La bailó neurótica.
Hizo una torta.
Lavó los platos.
Rompió un plato.
Se quiso ir varias veces.
Barrió vidrios.
Se quiso ir varias veces.
Barrió vidrios.
Me derritió las sábanas.
Me oxidó la cama.
Se enroscó en mi cuerpo.
Me enroscó. Me cortó. Me rompió. Me curó. Me quemó. Me desveló. Se durmió. Soñó.
Se despertó.
Y en la mitad de la noche
pidió un taxi
y se fue.